Por : Francisca Maria Jiménez
Vivimos en un tiempos donde la inmediatez prima sobre la veracidad y la viralidad se impone al rigor. Es urgente recordar una verdad esencial, aunque incómoda para algunos: el verdadero periodismo no se mide por el tamaño del medio, sino por su compromiso ético con la verdad.
Nos encontramos en una era saturada de información, donde el contenido sensacionalista acapara más atención que un reportaje construido con criterio profesional. En este panorama, muchos grandes medios han cedido ante intereses comerciales, diluyendo su rol como garantes de una información confiable .
Frente a esa realidad, emergen con fuerza y dignidad los medios independientes y comunitarios: espacios digitales que pese a sus limitaciones económicas, se mantienen firmes en su propósito de informar con responsabilidad, dar voz a los invisibles y denunciar aquello que otros prefieren callar.
Desde mi experiencia como periodista y directora de un medio nacido en Herrera, he sido testigo del esfuerzo incansable de jóvenes comunicadores que sin el respaldo de grandes plataformas, han decidido emprender en el mundo de la comunicación. Con profesionalismo y pasión, narran las realidades de sus comunidades, muchas veces armados únicamente con un celular y un profundo sentido de responsabilidad social.
Pero el camino no es fácil. Persisten prácticas excluyentes, como la distribución desigual de la pauta publicitaria estatal, que sigue concentrándose en los mismos de siempre. Esta discriminación relega a los medios emergentes a una lucha desigual, restringiendo la diversidad de voces y limitando el acceso democrático a la información.
Ante este panorama, debemos preguntarnos con honestidad: ¿por qué seguimos valorando más la cantidad que la calidad? ¿Por qué seguimos llamando “pequeños” a esos medios que con escasos recursos ejercen un periodismo más humano, comprometido y cercano a la gente?
Porque lo que realmente importa no es el presupuesto, sino la integridad del medio y la honestidad de quienes lo hacen posible. Hay medios valientes y hay medios complacientes. La diferencia no está en el tamaño, sino en la ética.
Hoy más que nunca, creo firmemente que informar es un acto de servicio, de conciencia y de valor. Yo ya tomé mi postura: estoy del lado de quienes defienden la verdad aunque no reciban pauta, de quienes informan desde la conciencia aunque no tengan micrófonos dorados, de quienes hacen periodismo con las herramientas que tienen, pero con toda la dignidad del mundo.
Porque donde no llega la pauta, nace y renace el verdadero compromiso del periodismo social.
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